Desde un tiempo a esta parte, mi fugaz paso por el mundo ha transcurrido entre la decepción y la culpa, la desesperación y la calma, la reflexión y la certeza de pertenecer a una especie que naufraga en la decadencia y que ha desembocado en la humanidad arrogante, la humanidad perversa, la humanidad destructiva; esta humanidad funciona gracias a la creación milenaria de un sistema de valores, nocivo para la salud mental y física de cualquier ser, ya sea humano o no; un ente inmenso y sin escrúpulos, una megamáquina, como lo llamó Lewis Mumford, que atenta seriamente contra la Libertad verdadera, la Naturaleza y todas sus formas de vida; y que amenaza a su vez cualquier posibilidad de que el ser humano vuelva a ser un animal un tanto especial que pueda vivir como el resto de animales en equilibrio con el entorno. La industria y la tecnología del último siglo son el estandarte del sistema, su culmen y la amenaza real de convertir a los humanos que queden en máquinas controladas por máquinas.

 

Por todo esto, el que suscribe lo dicho, el que firma estos escritos, tras mucho analizar y meditar ha llegado a la conclusión de que el deber está en dar la espalda a este sistema en todo y exhorta al que lea estas palabras a hacer lo mismo, que aprenda a reflexionar, a juzgarse a sí mismo,  a buscar el mal en su interior para extirparlo de raíz. No importa para qué, ni si es parte de la solución, solo importa porqué y contra qué luchar. Tampoco hace falta crear grupos ni colectivos, esto no es un movimiento, es una revolución interior e individual, porque si lo hacéis vuestro ejemplo se extenderá y entonces algo podrá cambiar.

 

A continuación os dejo un ejemplo que sigue una serie de procesos vitales e imprescindibles para empezar a actuar: deconstrucción, desadaptación, desocialización, deseducación, desartificialización, descomplejización, desurbanización, destecnologización, decrecimiento. No es para tomarlo al pie de la letra ni para hacerlo en poco tiempo. Se trata de un proceso que puede durar toda nuestra vida. Lo que importa es empezar sin prisas pero sin pausa, cada una hasta donde pueda llegar.

 

-TrabajoReduce tu dependencia laboral, reduciendo las horas de trabajo. Para ello es necesario reducir tus gastos y necesidades tanto como puedas. A poder ser, trabaja para particulares y sin contratos. No cobres prestaciones ni ayudas del gobierno mientras puedas evitarlo, porque también nos hacen dependientes. No sigas a ningún sindicato.

-Vivienda. Liquida tu hipoteca como sea, vende tu piso o alquílalo si no queda más remedio o si puedes abandónalo, vacía tus cuentas y que lo pague el banco. Plantéate vivir en una casa no convencional, hecha por ti misma, con materiales biodegradables y te saldrá mucho más asequible económicamente.

-Consumo.  Reduce tu nivel de consumo en todos los ámbitos: exprime las cosas tanto como puedas, reutiliza objetos antes de tirarlos. No sigas modas, no vayas a grandes superficies, evita la publicidad, destruye anuncios publicitarios, compra lo imprescindible, gasta poca luz, no derroches agua.

-Alimentación. Come menos en general. Limita tus visitas al supermercado. Trata de buscar productos naturales mediante grupos de consumo, busca un terreno para cultivar tus hortalizas, cereales y frutas. Recoge frutos silvestres. Reduce otros productos industriales tanto como puedas, busca lo natural y también la forma de producirlo tú misma. Reduce el consumo de productos animales hasta abandonarlo, los animales no están aquí para servirnos. 

-Salud. Es mejor prevenir las enfermedades antes que curarlas mediante una buena alimentación, natural y equilibrada. Haz ayunos para evitar enfermedades. Si aún así aparecen los males, toma plantas medicinales, evita pastillas y antibióticos. Sigue consejos de naturópatas, no de los médicos. Haz deporte por salud, no por competición. Evita tomar drogas. Acude al médico cuando ya no haya más opciones.

-Tecnología.  Reduce tu nivel de dependencia, tira la televisión y la vídeoconsola, no renueves tu móvil y úsalo menos, limita el ordenador. Desplázate en bicicleta o a pie, y cuando no quede más remedio, en transporte público. Limita el coche y a poder ser, úsalo lo justo y cuando ya no lo necesites, no lo vendas, llévalo a un desgüace. No tomes aviones si no es imprescindible. La tecnología es la peor de las trampas en la que ha caído el ser humano.

-Dinero. Reduce tu nivel adquisitivo reduciendo tus necesidades, ahorra lo mínimo para vivir con lo justo, dona el resto a quién lo necesite. Prescinde de los bancos, vacía tus cuentas. Practica el intercambio y el trueque de forma razonable y justa con familiares, amigos, vecinos.

-Masa.  No acudas a lugares masificados, tales como estadios de fútbol, mítines políticos, centros comerciales o conciertos. No sigas tampoco fenómenos de masa, como fútbol, elecciones, modas, tecnología, campañas comerciales, etc.

-Superpoblación. No tengas hijos, si los tienes no tengas más. Vence al instinto reproductivo con voluntad, la sobrepoblación es un gravísimo problema para el planeta. Si aún así decides tenerlos, no los lleves a la escuela pública ni privada, edúcalos tú misma en casa, a poder ser cerca de la naturaleza y de otros niños no escolarizados.

-Escepticismo. Sigue este consejo para casi todo lo establecido como normal y convencional, pues solo son dogmas que contribuyen a perpetuar el sistema. Busca información por tu cuenta, no vayas a la universidad, hazte autodidacta. No sigas líderes ni gobiernos, solo pretenden tu voto. El poder es otra gran trampa del sistema para tenerte atrapado.